Este relato recibió el primer premio en el III Concurso de Microrrelatos "Calle del Sol", Santander, en el año 2010.
Tan lejos, sí,
tan lejos, esos barcos
imaginarios.
Felipe
Benítez Reyes
Tan espesa es la niebla que imagina para sus versos, y tan ligero y
vaporoso se siente, que le parece habitar el interior de su propia metáfora,
así que Abelardo toma a Cesárea de la mano y pasea con ella por la inefable
atmósfera de puertos y barcos fantasmales que ha descrito en el papel. Es feliz
así. Una felicidad —Abelardo no se engaña— sucinta y algo falaz, pues cuando la
enfermedad que le rumia la memoria no le permita recordar cómo se mezclan las
palabras o cómo se descifran los símbolos marinos, se encontrará con Cesárea en
las sombras de una noche aún más oscura y, como el barco imaginario que en la
alta mar hace sonar su sirena al cruzarse con otro, se perderá para siempre en
la bruma líquida del océano como si no hubiera convivido cuarenta años con ella, como si nunca la hubiera amado, como si nunca hubiera existido…
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