Este disfraz de mí que me
eterniza
en arlequín romboide y tarambana
arrancarme quisiera una mañana
de un miércoles cualquiera de
ceniza.
Y hacer en la Cuaresma advenediza
borrón de mi fracaso, cuenta
ufana,
restar la pudrición que me
agusana
de esta parte de mí que me
esclaviza.
Mi eterna condición carnavalera,
mi ahíto corazón de alma inmoral,
rendir, y mi calzón y mi camisa.
Ser yo, no siendo yo, sino
cualquiera
que me preste su traje de mortal
y que cambie mi mueca por su
risa.
©j. quesada, de la fotografía y el texto
Pepe; me ocurre algo especial con los rostros pintados en carnaval. Me detengo a mirarlos cual si fueran estereogramas y logro ver, debajo de los emplastos multicolores, hasta lágrimas...Curioso, no? Beso
ResponderEliminarToda máscara oculta alguna verdad. Besos.
EliminarNo sé hacer crítica literaria pero me parece perfecto con versos muy logrados.
EliminarAmigo Pepe, me gusta eso que dices como quien dice, pero queriendo decir. Enhorabuena
ResponderEliminar